Belly, recien llegada. Once meses
Yo tengo mis dos perritas pequeñas, una Yorkie y una Shitzu, con las cuales tengo más que suficiente. Para mi son como dos hijas más. A una la tengo hace siete años y a la otra tres y ellas dos desde que se conocieron, pasados los primeros días de celos y establecimiento de igualdades, se acoplaron muy bien y hoy en día se adoran y no pueden vivir una sin la otra.
Durante todo el drama de "mi amiga no tiene donde dejar la perra y la van a tener que llevar al animal shelter”, yo andaba en la calle. Finalmente accedí por teléfono a que la llevaran para la casa y que se quedara ahí un día o dos, en el patio por supuesto.
Unos minutos después que llegué a mi casa llegaron ellos con la perra. Cuando la vi, morí de amor al instante. Tenía once meses pero era una belleza de animal, todavía con su carita de cachorra a pesar de que le faltaba poco para parecer un caballo. Ellos la pusieron en el patio, la amarraron con una cadena y sacaron del auto todos sus cacharros de comida, el paquete de bolitas, sus muñecos y su pelota. A mis dos perritas, súper malcriadas y siempre demandantes de toda mi atención y cariño, no les hizo ninguna gracia la nueva intrusa. Tampoco se le acercaban mucho, pero si se le acercaban era papiso. ra ladrarle y echarle guapería. Al fin y al cabo la grande aquella era solo una cachorra y ellas dos son adultas, aunque no levantan una cuarta del piso.
Dolly guapeándole a Belly
Rolly, Dolly y Belly
CONTINUA MAÑANA
La estancia de Belly, la rottwailer, terminó como la "Fiesta del Guatao". Es un refrán que usamos los cubanos para decir que la cosa terminó mal.
La bella perra llegó a mi casa en calidad de pupila temporal. Sus dueños, un matrimonio amigo de mi hija, no tenían en el momento lugar para ella, pues habían tenido que mudarse de donde vivían cuando la compraron. Estaban desesperados y si no encontraban donde dejarla, iban a tener que llevarla al Animal Shelter. Existen historias tenebrosas sobre lo que les pasa a los perros que se dejan en el animal shelter y que nadie adopta en unos pocos días. No se si serán verdad, pero, por si acaso accedí a quedarme con el animal aunque fuera noche porque la desesperación de estos muchachos era conmovedora.
Yo tengo mis dos perritas pequeñas, una Yorkie y una Shitzu, con las cuales tengo más que suficiente. Para mi son como dos hijas más. A una la tengo hace siete años y a la otra tres y ellas dos desde que se conocieron, pasados los primeros días de celos y establecimiento de igualdades, se acoplaron muy bien y hoy en día se adoran y no pueden vivir una sin la otra.
Durante todo el drama de "mi amiga no tiene donde dejar la perra y la van a tener que llevar al animal shelter”, yo andaba en la calle. Finalmente accedí por teléfono a que la llevaran para la casa y que se quedara ahí un día o dos, en el patio por supuesto.
Unos minutos después que llegué a mi casa llegaron ellos con la perra. Cuando la vi, morí de amor al instante. Tenía once meses pero era una belleza de animal, todavía con su carita de cachorra a pesar de que le faltaba poco para parecer un caballo. Ellos la pusieron en el patio, la amarraron con una cadena y sacaron del auto todos sus cacharros de comida, el paquete de bolitas, sus muñecos y su pelota. A mis dos perritas, súper malcriadas y siempre demandantes de toda mi atención y cariño, no les hizo ninguna gracia la nueva intrusa. Tampoco se le acercaban mucho, pero si se le acercaban era papiso. ra ladrarle y echarle guapería. Al fin y al cabo la grande aquella era solo una cachorra y ellas dos son adultas, aunque no levantan una cuarta del piso.
Dolly guapeándole a Belly
Rolly, Dolly y Belly
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