El otro día, mientras manejaba hacia la casa, me tocó detenerme en un semáforo que acababa de cambiar a la luz roja. Como otras veces lo hago, traté de contar los segundos que se tarda en cambiar la luz. Que sea más, o menos, depende de la intersección. En este caso yo sabía que serían pocos segundos porque era uno de esos semáforos atravesados que aunque tengan su razón muy válida de estar ahí a una le parece que lo hacen nada mas que por jo...pero bueno. Otras veces he contado el tiempo que tarda en cambiar esa luz y es aproximadamente 16 segundos.
Esta vez quise jugar a esperar que cambiara la luz sin contar los segundos, ni distraerme mirando para los lados a ver que cara tiene el vecino conductor o quien está cruzando la calle. Otras veces me distraigo y enseguida cambia la luz. Esta vez no quería distraerme. Quise esperar, segundo por segundo, para medir el efecto de la espera.
Fue una experiencia intensa.
Miré hacia la luz roja. Sentí un fuerte impulso de cambiar la vista, pero lo dominé. Mis manos se crisparon sobre el volante. Iba a pensar que estaba siendo un poco dramática pero lo dejé para pensarlo ahora porque en aquel momento pensar me hubiese distraido de la luz. Volví a dominar el impulso de mirar a otro lado. No, espera – me dije – son sólo unos segundos. Respiré con dificultad. Me di cuenta que me faltaba un poco el aire. Sentí como un principio de ataque de pánico. Me repetí que eran solo unos segundos y que ya debíamos estar en los últimos antes que cambiara la luz. Pero me engañaba! El tiempo se había detenido en aquel bombillo rendondo de color rojo que seguía brillando. O al menos eso parecía. ¿Cómo puede un segundo extenderse infitamente? Pero yo estaba determinada a no cambiar la vista, a no moverme, a no respirar si era preciso hasta que cambiara la jodía luz.
Cuando la luz cambió a verde la que estaba roja era yo.
Fueron sólo 16 segundos y por poco me ahogo. Si caigo en uno de esos semáforos de una intersección importante que demoran como 60 segundos en cambiar, el jueguito me puede costar la vida.
Seré dramática?
Tuesday, August 21, 2007
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2 comments:
Ja ja me has hecho reír! Tengo un tío que es igualito que tu! Lo único que su desesperación no termina con la luz verde, yo diría que mas bien ahí es donde comienza su ataque de… histeria porque maneja como taxista de Nuevayork y yo voy al lado con los ojos cerrados y defecándome en la hora que se me ocurrió montarme en su carro.
Oh no, no...yo soy desesperada, pero manejo de lo mas bien. Fíjate que ya creo que me van restituir la licencia!
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