la Florida. El pasado domingo los visité de nuevo después de 20 años y me quedé sorprendida con tanta belleza y tantos cocodrilos.
Cocodrilos para hacer dulce.
Nos montamos en uno de esos botes que le llaman airboats y que te dan un paseo por el inmenso pantano. Eramos cuatro. Mis hijos, Juan y Tatiana, la novia de Juan, Noelia, y yo y todos nos sentíamos como temerarios aventureros.
El "ride" o paseo, era de aproximadamente 45 minutos e incluía el desembarco en una islita en medio del pantano, donde hay una construcción de madera en la que unas indias Miccosukkee venden collares, muñequitas, amuletos y otras baratijas, que de baratijas no tienen nada. Pero está bien. Si yo fuera ellos haría lo mismo. Los turistas (incluyéndome) siempre compran algo.
Listo el bote nos sentamos muy orondos en el asiento de alante. El bote tenía dos filas de asientos. Detrás de nosotros iba otra pareja de turistas.
Haciendo mucho ruido, arranó el artefacto. Yo tenía la idea de que iba a ir por el medio del canal que bordea la calle ocho.
Realmente no me esperaba que el bote se internara dentro del pantano aquel, que para donde quiera que uno miraba sólo veía aguita con hiebajos y puro cielo. Impresionante. S
obre todo la idea de que si el botesito ruidoso ese chocaba con un cocodrilo grande o una serpiente pintón, muy abundantes en aquellos parajes, íbamos a ir todos a parar a las fauses de sabe Dios que carnívora criatura. Nada, cositas que pasan por la mente de los temerarios aventureros.
El cieguito
Continuará....
No comments:
Post a Comment