Dios Responde

Antes, cuando un mendigo sin hogar me pedía dinero, yo solía preguntarme si debía darle algo o no. Si tenía le daba algo, pero después me sentía usada, timada. Pensaba que ellos podrían trabajar igual que yo, en vez de haraganear y pedir dinero. Pensaba que les estaba dando un dinero que yo me ganaba con esfuerzo. A veces no les daba nada. Pero eso era peor. Me sentía miserable y luego no podía apartar ese pensamiento de mi mente por largo rato. Entonces resolvía darles algo siempre y ya, pero al encontrarme de nuevo con uno de ellos, me atacaban otra vez las mismas dudas.

En una ocasión le pedí a Dios que me ayudara con esto. Debo darles o no debo darles? Por favor, contesta.

Recibí respuesta en menos de 48 horas.

Yo había conocido recientemente a una persona muy especial. Es este tipo de persona que siempre está en un estado positivo. Es una motivadora, una levantadora de la auto estima. Ella sólo tiene palabras de aliento para los demás. Nunca dice una mala palabra ni habla mal de nadie. Ella no tiene un sentimiento oscuro hacia nada ni nadie. Y además es muy cómica. Es de este tipo de persona que tanto se disfruta tener como amistad porque es profunda, espiritual pero a la vez muy simpatica y, a pesar de haber pasado duras pruebas en la vida, conserva esa frescura e inocencia de la gente que no se malea con nada. Encima se llama Rosa. Rosa, es mas que una flor, un ángel. Al menos así es como la describen todos los compañeros de trabajo con quien ella se ha relacionado.

Yo la conocí porque la ubicaron temporalmente en el cubículo próximo al mío.
Nos hicimos amigas de inmediato y al poco tiempo ya estábamos intercambiando historias.

Rosita está casada, coincidentalmente, con un periodista que llegó a alcanzar gran fama dentro del público hispano de los Estados Unidos, el senor Guillermo Descalzi. Muchos saben que la fama y el poder arrastraron a Descalzi por caminos perdidos y terminó siendo un mendigo sin hogar en las calles de Washington DC. Como llegó a parar ahi desde la posición privilegiada que había alcanzado? El lo cuenta en su libro “El Principe de Los Mendigos”. Afortunadamente fue rescatado de aquel incomprensible estado en el que había caído por un antiguo colega y amigo que además, lo ayudó a reincorporarse a la sociedad y a recuperar su carrera y su prestigio.
Entonces conoció a Rosita y se casó con ella. Fue seguramente el premio que Dios le dio por haberse esforzado en salir del hoyo.

La Respuesta.
Un mediodía soleado, Rosita y yo caminamos hasta el Fresh Market para comprar nuestro almuerzo. Era un paseíto muy agradable por la calle Bayshore Drive de Coconut Grove después de horas sentadas frente a las computadoras. Cuando salimos del Fresh Market un mendigo se me acercó y me extendió la mano. Yo ya había olvidado lo de la pregunta a Dios y en ese instante me asaltaron las mismas dudas de siempre.
No le di nada porque no tenía en ese momento, pero le comenté mis dudas a Rosita. Ella, con su acostumbrada parsimonia, me dijo:

“Siempre debes darles algo. Ellos no están en esa situación porque quieren. Muchos tartan de salirse de eso y lo logran con mucha ayuda por parte de otras personas, pero la mayoría ya está muy lejos de la realidad para recuperarse. No es posible ayudarlos a todos. La única forma de ayudarlos es darles algo para pasar el día. No pienses qué van a hacer con lo que tu le des. Piensa en lo afortunada que tu eres y en las bendiciones que tienes y comparte un poco de tus bendiciones con esta gente.

En ese momento yo sentí una profunda sensación de agradeciemiento. Me sentí iluminada porque Dios me había contestando!

Desde entonces cada vez que me encuentro con un mendigo sin hogar, no sólo le doy un dólar, sino que lo hago con gusto.