Yes, I'm a fan!

Le gustaba cantar desde pequeñito

Siempre pensé que yo no era de esas… De esas personas que se convierten en fanáticos de un artista y coleccionan sus obras, se sacrifican por comprar un boleto para un concierto, se derriten si logran tirarse una foto con el artista o se convierten en la sombra de cada cosa que se dice o publica sobre el sujeto en cuestión. Yo no. He tenido mis preferencias, musicales, literarias, cinematográficas…etc. Pero sin matarme por nadie. Me gusta Mario Vargas Llosa y me encantaría que me firmara uno de sus libros. Me me gusta Elton John hasta languidecer un poco por perderme todos sus conciertos; también Barbara Streisand, pero hoy en día no tengo ni un CD de ella. Me gusta Robert Downy Jr., desde su primera película pero lo más que hago es tratar de no perderme ninguna. Una vez la cogí con Anthony Hopkins y bueno…puse unas foticos de él en el desktop de mi computadora para verlo todos los días y asi…simple things.

Pero esa superioridad sobre los mortales fanáticos, que entregan el alma y la calma subyugados por el arte de un individuo, estalló como un cohete de fuegos artificiales el día que vi y escuché por primera vez – no sé si lo habrán notado ya – a Adam Lambert. Ni siquiera habia visto las audiciones de American Idol este año, ni pensaba ver el programa porque me gusta The Mentalist, que lo ponen a la misma hora en otro canal. American Idol ya me aburría, y había dejado pasar ya un par de programas cuando me decidí a echar un vistazo, luego que alguien me comentó que había un muchacho que cantaba muy bien.

Gracias a que ya tengo algo parecido al TIVO que me permite grabar un programa mientras miro el otro, ese día grabé The Mentalist y me puse a ver American Idol. Después de aburrirme con un par de concursantes salió Adam a escena (le llamo Adam ya porque en mi fantasía somo los mejores amigos, ahorita le llamo Ad). Recuerdo que cantó una canción extrañisima, que yo nunca habia oído pero que me dejó clavada en el sofá, persiguiendo nota tras nota, llenándome de asombro y de placer mientras descendía, inadvertidamente, hacia las profundidades del más vergonzoso fanatismo.

Who the heck is this guy?

Desde entonces vivo de martes a martes. Ya lo he registrado de arriba abajo en todas las páginas del internet que alguien dice ji sobre él. Hasta los que lo odian. He visto todos los videos y a cada rato posteo uno. (Aguántense porque pienso postear más) Ningún comentario negativo sobre su persona o su arte hace la menor mella en mi opinión, porque independientemente de que el tipo me ha completamente subyugado, embrujado, digamos, nadie me puede convencer de que no tiene un talento de tres pares, no sólo por sus habilidades vocales sino por el conjunto total de su carisma, desenvolvimiento, control escénico, seguridad y apariencia. Al que Dios se lo dio….Y a él se lo dio. Y yo… a estas alturas de mi vida, después de tantas escuelas al campo comiendo chícharos con gorgojos y montando en carretas con los pies pa’fuera; después de haber pasado una experiencia tan aterradora como la Embajada del Perú, despues de haber cruzado el mar en una lancha pequeña con 120 otros individuos de los cuales 100 eran presos communes, después de haber sobrevivido, sola prácticamente, las adversidades del exilio, después de haber criado dos hijos, como madre soltera la mayor parte del tiempo, joder…asi se templó el acero… Ahora…(y me siento liberada al reconocer mi debilidad), soy una simple fanática de Adam Lambert, anticipando como una adolescente el día de mañana para verlo y escucharlo de nuevo y perderme en esos alaridos de insospechado alcance, tanto como en la trayectoria que ejecuta para regresar a la melodía de donde partió, para verlo moverse por el escenario como si fuera el dueño del network y para verlo sonreir agradecido, ante “the standing ovation” al que ya lo tienen acostumbrado jueces y audiencia y dejar a mi propia familia sin habla cuando se encuentren al dia siguiente, colgando de una esquina del televisor, mi viejo ajustador de Victoria Secret, medio rasgado por el peso de mis mangos bajitos.