Ahora me ha dado por tomar jugos naturales. No esos que se compran en el Palacio de los Jugos, no. Yo compro las frutas y los vegetales y me preparo mis propias combinaciones, haciendo uso de un fantástico regalo de cumpleaños que me hicieron: El extractor de jugo.
Lo primero que hago al despertar es preparar los jugos del día. En casa todo el mundo tiene que tomarse un vasito de ocho onzas para garantizar las vitaminas y minerales que nos ofrece la naturaleza de una forma directa y efectiva.
Mis combinaciones favoritas son: apio, zanahoria, remolacha, mandarina, manzana y fresas. El jugo queda rojo porque con la remolacha no hay quien pueda. A los niños (entiéndase sangaletones) les hago jugos de frutas y les pongo un poco de zanahoria. No sé como se las arreglan para siempre notar el saborcito del vegetal, pero bueno…que se alegren que no les pongo apio o espinaca (tengo que ver como se los disimulo).
El otro día probé remolacha con jengibre. Había leído sobre lo bueno que es el jengibre y que se yo, y como no sabía le puse casi un jengibre entero a la mezcla. Cuando me tomé el primer buche por poco tengo que llamar al rescate. El jengibre es muy fuerte y hay que dosificarlo. Gracias que no había juntado esa mezcla con las otras que eran de frutas. Por lo general hago un vaso de mezcla de frutas, un vaso de zanahoria y apio y la remolacha sola porque es muy fuerte. Después hago un vasito de ocho onzas mezclando todo esto y sé que estoy tomando salud a pulso.
Asi que después que me levanto, me tomo un jugo de esos, me voy para el gimnasio, hago una hora de ejercicios, regreso a casa y me cuelgo cinco o diez minutos en la tabla de inversión y luego me como un almuercito compuesto de ensalda de pepinos (como la de la receta que ya publiqué) con media latica de atun y medio pan de pita, después de todo eso...me tomo un café y me fumo un cigarro para balancear porque tanta salud me puede hacer daño.