Friday, July 11, 2008

Crónica del Viaje a Labana. Parte XI






Acercándose el Momento

Después de la boda civil, Tata, Paola, Lili y yo fuimos a recorrer Labana en busca de unos zapatos para Paola porque los que le habían traído “de fuera” le molestaban. Tampoco habíamos encontrado el pantalón que ella quería, porque el que le trajeron no fue de su agrado. Como ya habíamos recorrido todas las tiendecitas de la calle Infanta sin encontrar nada, fuimos a un shopping center que se llama “El Comodoro”.

Para mi, que salí de Cuba hace 28 años, todo esto era nuevo. En mis tiempos no había grandes shopping centers. Era sólo las diplotiendas, casi siempre las de los hoteles, a las que mis tíos nos llevaron alguna vez cuando fueron de visita en los años 70’s que fue cuando los cubanos exiliados dejaron de ser llamados “gusanos” y se convirtieron en la Comunidad Cubana en el Exterior.

El Comodoro es una construcción grande que además de tiendas de toda clases de productos y toda clase de precios, tiene restaurantes y cafeterias y gente que vende objetos artesanales por los costados.


En la periferia del lugar estan construyendo unas casas estilo townhouses, parecidos a los de aqui, que no se si serán villas turísticas o que, pero de lo que si estoy segura es que no son para los trabajadores de la construcción.

En mi época solamente los “tíos del norte” y los extranjeros podían comprar en las diplotiendas. Pero ahora cualquier cubano con moneda convertible puede comprar en el Comodoro ese o en cualquier otra de las muchas que hay. Por supuesto que los cubanos con moneda convertible son una ínfima parte de la población, unos verdaderos privilegiados y la verdad es que los precios de esos lugares hacen que incluso los que tiene moneda convertible no vayan a gastarla alli, porque la necesitan para comer y para otras necesidades menos frívolas.

Miramos las tiendas desde sus vidrieras decoradas con maniquíes
y entramos en algunas a ver si encontrábamos el pantalón. Pero nada. Los zapatos tampoco los encontramos allí a pesar de que había bastante zapatos para escoger con precios de 25 dólares para arriba. Muchas de las tiendas tenían ropas y zapatos carísimos que solo miramos por curiosidad. Y no se por qué no me sorprendió que no pudieramos encontrar un miserable par de mediecitas blancas para la Chinitica, a cuyo padre se le había olvidado traerle unas para sus zapatos blancos que iba a usar en para la boda. No había medias para niños…zapatos si, pero medias no.
Me recordó aquello de “si hay clavos no hay martillo”. A pesar de todo, el cuartico está igualito.

Frustradas por no haber podido encontrar lo que queríamos decidimos partir, pero había sed y hambre, asi que nos sentamos en unas mesitas que había afuera.

Se nos acercó un camarero y nos enseñó el menú. Bueno un sandwich de jamón y queso fue lo que nos pareció mas rápido, porque estábamos apuradas. Todavía Tata y Paola tenían que peinarse con la peluquera. Lili tenía que ir a su casa a prepararse y lavar y decorar un poco el carro porque ese era que el que iba a transportar a la novia.
Además de los sandwiches, Tata pidió un refresco, el que antes era el Son y ahora se llama Tucola. Lili y Pao pidieron jugo de naranja natural y yo pedí un agua de coco en el coco, que era lo que me apetecía. El jugo de naranja lo vendían en un timbirichito con forma de naranja, como los que hay aquí.

Nos tomamos las bebidas, nos fumamos un cigarro, ¿y los sandwiches que supuestamente sería lo mas rápido? Bien gracias. El camarero que nos atendió conversaba animadamente con otro personaje que llevaba puesto un delantal, mientras nosotras nos debatíamos entre si esperar un poco más o irnos de una vez.

Nos tuvimos que ir sin comer porque nos dimos tremenda fajada con el camarero. Cuando lo llamamos para reclamar los sandwiches y le dijimos si los habían mandando a hacer a la Sanduchera de Ariguanabo, pasó de atento camarero al chusma del barrio de la timba en un solo pestañazo. No me acuerdo los improperios que nos dijo pero al hombre se le salió toda su frutración y si recuerdo que nos dijo que para lo que le pagaban a él no tenía por que aguantar ningún paquete. Eso hubiese sido comprensible si nosotras hubiésemos sido unas clientas cargosas. Pero sólo protestamos una vez al ver que los sandwiches se demoraban mucho más de lo razonable. En fin…Preferimos irnos que comer unos sandwiches con sabe Dios que ingredientes creativos, producto del descontento del camarero. Además, no teníamos tiempo.

Yendo para el carro encontramos que había un hombre vendiendo zapatos en una mesa allí mismo en el parqueo. Paola se probó un par, luego otro, luego otro. Hubo un par que le gustó pero…”no se…ah…creo que no..bueno si…no, mejor no.…(igualita a mi hija Tatiana, joder, en vez de primas parecen hermanas gemelas).

Al final no eligió ninguno y nos fuimos de allí a toda carrera.

Llegamos a la casa apuradas. Lili se fue. Patricia la peluquera ya estaba arriba peinando a Patricia la novia. Mientras tanto rapidito le saqué las cejas a Tata y las mias y ella se fue a bañar y yo, para adelantar me fui a bañar a casa de Bárbara, que vive cruzando la calle frente al Parque de los Mártires.

Para ir a casa de Bárbara me quite la ropa que tenía y me puse una bata larga de Tata y salí andando. En casa de Bárbara me di una ducha sabrosa…la de mi casa es un poco esmirriada, pero la de ella es fuerte. Me lavé mi cabeza y cuando salí a secarme me di cuenta que no había llevado ropa interior limpia.

Muy graciosa metí la ropa interior sucia en el bolsillo de la bata y salí andando calle arriba con la bata pelá…Menos mal que no me agarró un vientecito maleconero de esos que suelen soplar en esa esquina. Yo iba toda paranoica pensando que se me pudiera levantar la bata aquella y fuera a coger un resfriado en el salvasealaparte.

Cuando llegué seguía el alboroto en la casa. Me encontré con que a su regreso Lili había tenido que llevar a Paola de nuevo al Comodoro para que se comprara los zapatos “aquellos” porque los que tenía en la casa no iba a poder soportarlos…además no le pegaban con un pantalon blanco que encontró
"milagrosamente" en su closet.
(Dizque no se acordaba que lo tenía)

También había llegado la damita de honor, la sobrina postiza Danay, nieta de nuestra querida Tía Berta. El Nene no andaba por todo aquello porque le estaba prohibido ver a la novia en su traje antes de llegar a la iglesia. Los chinos son muy exigentes con sus tradiciones. Bueno, no se si esa es una tradición china, pero la china mía no le enseñó el traje ni a su misma madre antes de ponérselo en el último momento.

Pao y Danay

Uno de esos días yo había comprado una secadora de pelo para Tata porque ella no tenía, y yo contaba ahora con ella para peinarme yo, porque a a mi me gusta arreglarme mi pelo. Pero fue inútil…La secadora estaba buena pero no se puede usar. Cada vez que la conectas se lleva todos los chuchos. En medio de aquel caos, yo tumbé la luz de la mitad de la casa.

El Chino que ya había llegado en su impecable traje gris, junto con la Chinitica en su bello trajecito blanco y sus zapatos sin medias, tuvo que ponerse a probar los fusibles hasta que al rato dieron con el que era…que susto. Yo me tiré un peinazo como pude y listo.

Paola llegó con los zapatos por fin. Llegó el fotógrafo, terminaron todas de peinarse, era ya la hora de irnos y bueno…, salió la novia por el pasillo que da a los cuartos, acompañada de su padre, y reluciendo de hermosura.


Continuará...

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