Estábamos a finales de enero o principios de febrero. Comenzamos a chequear boletos pero ya para entonces estaban bastante caros, así que programamos el viaje para abril, en vez de para marzo.
A partir de entonces nuestros días en la oficina se llenaron de planes, ilusiones y alboroto. Primero fue la caza de los boletos más baratos los cuales conseguimos en Jet Blue Airlines. Después el hotel. Busca y rebusca. Todos nuestros compañeros de oficina estaban entusiasmados con el viaje de tres del grupo y querían ayudarnos a conseguir los mejores precios. Jeily se se metió en su computadora y encontró un buen precio en un hotel bastante céntrico, pero después que hicimos la reservación nos dimos cuenta que la habitación en cuestión no tenía baño. Teníamos que compartir el baño con otras personas. No way. Cancelamos.
Santiago se ofreció a ayudarnos. El ha viajado bastante y está bien ducho en el asunto de reservar vuelos y hotel. De hecho, ya me había ayudado con la reservación de mi vuelo a España. Ese maravilloso viaje todavía no lo he documentado aquí pero ya lo haré.
Después de mucho batallar, Santiago nos reservó un hotel en un área bastante movida, con un buen precio y con baño adentro. Estábamos felices, pero al rato, mirando bien los detalles, el hotel estaba en el barrio chino y una de las reseñas que le habían hecho en el internet decía que todo estaba muy bien menos el olor a muerto que había en los elevadores.
Cancelamos.
Finalmente conseguimos uno con un precio razonable y una localización perfecta. El Hotel Salisbury. Reservamos.
Ya con los pasajes de avión y el hotel, nos sacamos la foto poster de nuestro viaje y la titulamos “New York Girls”. (continuará)
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