Monday, May 12, 2008

Crónica. Parte III


Al salir por la puerta del aereopuerto, toda sonrisas yo, preparé la cámara porque quería captar el momento en que vislumbrara a mi comisión de recibimiento. Pero ese momento no lo pude captar porque sólo tuve brazos para abrazar a mi hermana, apretadamente contra mi pecho, mientras ambas descargabamos en lágrimas ocho años de no vernos y 28 de separación.

El grupo entero compuesto además por Patricita La China, Laudel (El Nene, novio de la China), Paola (la más pequeña (que mide como 5,6”) la entrañable Lili (amiga de sangre) con su hijo querido Tommy, hicieron círculo alrededor de nosotras para cuando soltáramos poder abrazarme a mi uno por uno.

Esos encuentros entre las familias cubanas de Cuba y el exilio son siempre desgarradores, por más feliz que uno esté por encontrarse.

Como no pude capturar ese momento, le tiré una foto a otro encuentro parecido que estaba teniendo lugar a nuestro lado.
Ese abrazo entre padre e hijo refleja el sentir de todas las familias separadas por una injusticia larga…como rabo de rata.





Pero al fin se impuso la felicidad por el encuentro. Me sequé las lágrimas dejándome los ojos como los de un racoon, por el maquillaje corrido y nos montamos todos en el elegante van de siete pasajeros que mi hermana había alquilado para recogerme en el aereopuerto.

Racoon de la Florida
Así lucía yo después del llanto (igual de peluda)

La alegría, la risa, los comentarios, la emoción y la avenida Boyeros. Me parecía haber estado ahí no hacía mucho y era que los últimos en Miami me los pasé recorriendo las calles de La Habana y visitando lugares en el programa Google Earth, que con tanta precisión te lleva a cualquier parte del mundo.

Pasamos por Río Cristal…que desde Google parecía mucho mas grande, y vi las piscinas... y yo asombrada con todo como niño con juguete nuevo. Claro, cuando yo mencionaba a Google, la Chinita que vive en Canadá, era la única que entendía de lo que yo hablaba. Ellos pensarían que la China y yo estabamos hablando en chino…pero no…era google.

Por fin llegamos a la casa. Siete pisos que me iba a tener que zumbar porque yo venía negada ya a montarme en el elevador que milagrosamente estaba funcionando.

Los mandé a ellos con la maleta y mi cartera por el elevador y yo, aguerrida y atlética, me subí los siete pisos sin parar. Si…todavía puedo.

Nos encontramos de nuevo en el séptimo piso y cuando Tata abrió la puerta, el fresco único y espectacular de un séptimo piso a pocas cuadras del mar, me envolvió completa en una caricia indescriptiblemente placentera.

Las puertas de la terraza, abiertas de par en par, ofrecían la vista más hermosa de la Bahía de La Habana que ojos humanos hayan visto. Que razón tenía el marinero aquel de Colón…y eso que cuando aquello ni siquiera estaba construído el Morro.

Por favor, obviar el descalabro de las fachadas y tejados habaneros y concentrar la mirada en en el azul


continuará

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2 comments:

Anonymous said...

QUE TRISTE ME DEJO ESE ABRAZO TAN BONITO, QUE DE ALGUNA FORMA NOS SIMBOLIZA A TODOS LOS CUBANITOS. QUIEN SABE QUIEN ERAN ELLOS, TAL VEZ UN PADRE Y SU HIJO,SEPARADOS POR UN HILO QUE ENSALTA NUESTROS DESTINOS. LOS QUE SE VAN LO HACEN, CON DOLOR Y ALEGRIA Y LOS QUE SE QUEDAN ATRAS LES ATURDE UNA AGONIA. EL DESEO DE ESCAPAR DE UNA VIDA SIN SENTIDO.

Patricia said...

Gracias por tu comentario. Aunque el abrazo entristece porque es un clamor en contra de la separacion familiar, es un abrazo que significa "gracias dios mio por permitirme ver de nuevo a este ser querido."