Friday, September 12, 2008

Crónica del Viaje a Labana. Parte XIV Varadero

Cuando a Varadero llegué, conocí la felicidad"
El Benny
Después de la recepción, los novios pasaron la noche en un hotel y los demás “calabaza, calabaza”.
Pensábamos levantarnos temprano para salir rumbo a Varadero y aprovechar el día lo más posible.
Maritza y Andy se fueron a dormir a su casa y Lily y Tommy a la de ellos. Quedamos en reunirnos temprano al día siguiente.
Mi hermana, Paola y yo caímos como tres sacos de papa. Pero al día siguiente yo me levanté temprano, porque la luz del día me despertó y disfruté tomarme mi café americano, que me llevé muy graciosa para allá, en la terraza de la casa mirando al mar.
Tata se levantó un ratico después y Pao se tomó su tiempo. De todas formas los novios no aparecieron hasta pasadas las 12 y los demás componentes del grupo de propaganda y apoyo a los lunamieleros tampoco habían llegado.
Por fin, entre una cosa y otra, salimos para Varadero como a las 4 de la tarde. Dejamos que todos los muchachos fueran en el Yaris, el Nene al timón, y las cuatro quinceañeras nos fuimos en el Fiat, Lily manejando.

El viaje fue muy divertido porque para entretenernos nos pusimos a jugar juegos de cuando éramos adolescentes como “Adivine el Personaje”. En este caso una pensaba y las otra tres adivinaban, o no.
Mientras jugábamos y recordábamos, yo tiraba fotos como una desorejada a cuanto paisaje pasaba a toda velocidad por mi ventanilla.
Carrito de caballos, transporte muy usando ultimamente.

















Campamento de Pioneros de Tarara
No teníamos idea de para donde íbamos a ir. El Chino y la Chinitica habían salido temprano en dirección a un hotel que ya tenían reservado, pero nosotros no teníamos reservaciones. Solo el teléfono de una señora, amiga de una amiga de Maritza, que sabíamos que rentaba su casa. Eso era lo que yo quería. No quería ir a un hotel. Quería vivir la experiencia como cuando éramos jóvenes que nos largábamos para alla cogiendo botella y sin saber dónde íbamos a dormir. Siempre resolvíamos algo, y esta vez también.






El Reparto Habana del Este





















La fábrica de ron

Increíbles los recuerdos que me trajo ese viaje. Por momentos cerraba los ojos y me transportaba por completo a aquellos días en que íbamos a Varadero con papá y mamá, cuando la familia estaba completa, y mi hermana y yo éramos inmensamente felices. El corto tiempo de nuestra infancia que estuvimos juntos, papa hizo todo lo posible porque así fuera.

Cada viaje con él era una aventura. Desde que nos montábamos en carro y comenzaba el paseo, pasando por Matanzas, donde papa había nacido, para a visitar al Tío Lelo, un viejo amigo y luego seguíamos camino pasando por la playa de Buey Vaquita, donde a veces nos bajábamos hasta llegar al hotel para pasar unos días inolvidables.

Recuerdo a mamá siempre en esos viajes con un pañuelo en la cabeza, atado en el cuello, como a la usanza de los anos 50’s y sus espejuelos de sol. Y papá alegre, cantando y haciendo cuentos todo el camino.
Tatiana y yo siempre con gran ansiedad por llegar, como todos los ninos, comenzabamos contando las luces en cruz que hay a la salida del tunel rumbo a la playa, y luego seguiamos descubriendo imagenes en las nubes, o cantando a contrapunto, que era un juego que a papa le gustaba.

Bueno, finalmente llegamos a Varadero. Nos bajamos en el Oasis para hacer pipi y aunque no queríamos quedarnos allí, averiguamos como sería si nos quedábamos. La cosa era algo así como 60 dólares por persona por noche con todo incluido, comidas, bebidas, aparatos acuáticos y de cuanto hay.

Me imagino que para los turistas de otros países esas ofertas son el jamón del siglo, pero para los cubanos de Cuba son inalcanzables igual, porque ¿quién allí tiene 60 dólares aunque te incluyan hasta el camarero?

Seguimos para el pueblo, en busca de la casa de la amiga de la amiga de Maritza. Era en la calle 31 y como la tercera, cerquita de Castle Novo (la pizeráa).

La casa de Neyda estaba preparada para el alquiler a los turistas. Ellos la habían dividido de esta forma: En el centro estaba la parte de ellos. Una sala comedor grande, una cocina y un cuarto en el fondo. A la derecha un apartamento con una habitación independiente con una cama matrimonial y una cama pequeña, además tenía en la parte de la salita una litera y allí mismo estaba la cocina con todo los cacharros necesarios para cocinar y un refrigerador. En el otro lado de la casa tenía un cuarto pequeño con un baño y una cama matrimonial también.

Al principio pensamos apretujarnos todos nosotros en el apartamentico y dejarle el cuartico separado a los novios, pero después cambiamos de idea. Los novios se fueron para otro lado, un apartamento en otra casa. Tata y yo nos quedamos en el cuartico chiquito y el resto de la tropa (Maritza, Andy, Lily, Tommy y Paola) se quedaron en el apartamento.

La repartición del apartamento quedó así: Maritza y Andy en la cama grande, Lily en la cama pequeña y Paola y Tommy en las literas. El costo de todo era 40 dólares por día por el apto, y 20 dólares por día por el cuartico. Estábamos cerca de todo y a tres cuadras de la playa. ¿Que más podíamos pedir? Además la casera es una señora encantadora que se hizo amiga de nosotros y compartimos esos dos días con ella como si estuviéramos en familia.

Después de acomodarnos nos pusimos cómodos, beach style, y partimos a tratar de comer algo en algún lado porque ya era hora.

Los muchachos tomaron por su lado y nosotros por otro con la idea de reunirnos en un restaurant que se llamaba el Ranchón y estaba en la calle principal. Pero resulta que hay más de un Ranchón y mientras Tata Mary, Lili y yo estábamos muy contentas tomando cerveza y comiendo papitas en un Ranchón, haciendo tiempo para que llegaran los muchachos con el Chino y la niña, ellos estaban en el otro Ranchón ya hacía rato.

Pero Maritza y Lili tienen celular…si, las dos están en la que se cayó, y gracias a eso nos comunicamos y nos encontramos todos en el segundo Ranchón fulano.

Comimos todos, yo no me acuerdo que comí porque se me están olvidando un poco los detalles, pero estaba bueno, porque en Varadero, no importa lo que pase en el resto del mundo, todo es bueno.

Varadero es como un Triángulo de las Bermudas, un Twilight Zone, un lugar dentro de Cuba que no se parece a nada. Es la definición más acertada de la palabra “Cool” . Pero nadie puede apreciar esta distinción mejor que un cubano. Para los turistas extranjeros quizá solo sea una playa bonita. Para los cubanos Varadero es un paraíso. No solo por la blancura de su arena y el azul cristalino de sus aguas, sino por su condición de ciudad intemporal, la hospitalidad de sus nativos, la tranquilidad que allí se goza y su condición de sitio mas vacilable del planeta.

Quizá alguien haya tenido una experiencia desagradable en Varadero, pero, lo dudo. Allí no hay espacio nada más que para la diversión.
Si estoy equivocada, corríjanme.
Prosigo.

Después de la comida, regresamos a la casa, conversamos un poco y nos retiramos a descansar. Estábamos cansadas (sobre todos las mayorcitas), después de una noche de bailoteo y jeringueta y cuatro días de emociones y tensiones.
Tata y yo caímos rendidas. Me imagino que las demás igual.
Continuará…pronto…lo prometo.


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