Los Hijos de la Gran Chucha

Con estos fríos nuevos que nos deleitan por estos días en los Miamis, no sólo hay que mantener a los perros dentro de la casa, sino a las plantas también. A mi mata de mango, sembrada en maceta, que ya tiene como cinco pies nueve pulgadas de alto, le hago un rinconcito en la sala de estar para que pase las noches heladas éstas a las que no esta acostumbrada. Lo mismo hice con mi mata de frutabomba durante el frente frio que pasó hace unos días.

En La Habana le decimos frutabomba a la papaya. Y papaya le decimos a otra cosa. Si no fuera porque papaya es como le llama todo el mundo, menos los habaneros, me cuidaría de publicar ese vocablo en este blog.

El caso es que después que paso el frente frio durante el cual entré mi mata de frutabomba, la saqué de nuevo pero la cambié de lugar. En vez de ponerla en el patio trasero la puse en la puerta de entrada. Quedaba linda ahí y me pareció que a ella le gustó la posición porque le daba el solecito, le daba sombrita y también lucia linda y adornaba la entrada. Pero cualquier mata de frutabomba sabe que la felicidad dura poco en casa del pobre.

A los pocos dias noté que algunas hojas parecían mordidas por algo. Oh! (pensé) le cayeron los insecticos esos casi invisibles que se comen las plantas poco a poco. Temí entrarla porque esos insecticos también pican a las personas y si la ponía de nuevo en el patio de atrás le iban a caer los insecticos a mi mata de mango. La dejé afuera rogando porque el viento se llevara a los insecticos.

Al otro día no le quedaban casi hojas a la planta. Dios mío! Cómo pueden ser tan voraces esos insecticos! .No...pérate...Como puedo ser tan ciega yo? Me acerque bien y al ver aquello el corazón me dio un vuelco en el pecho. Joder, de donde salieron esos monstruos que por sus colores se confunden con los tallos y la hojas y a pesar de su tamaño no se notan a simple vista?

Pero para qué hablar si una imagen vale mas que mil palabras. He aqui a los devoradores de la frutabomba. Insecticos?