ese ritual tan hermoso
que se ha robado alevoso
el gordito Santicló.
Ese día, recuerdo yo,
levantarnos tempranito
y correr al arbolito
para encontrar a sus pies
quizás uno, dos o tres
deseados regalitos.
Un día como no hay dos,
el día que los Reyes Magos
llegan llenitos de halagos
en visita al Niño Dios.
Y no digamos adios
a esta tradición divina,
aunque sea una plastilina
a algun niño yo le doy
pues llegan Los Reyes hoy
aquí y en la Conchinchina.
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