Con una agradable temperatura de más o menos 60 grados Fahrenheit (15 grados centígrados), salimos a pasear por los alrededores, buscando donde almorzar. El día estaba precioso, brillaba el sol y latían nuestros corazones de felicidad por haber elegido hacer este viaje.
Paseamos un rato descubriendo lugares. Al lado del hotel hay una tiendecita de souvenirs en la que tambien venden objetos de arte, cuadros, muebles...you name it. Entre las curiosidades que tienen esta la escultura famosa de los tres monos "No hear, no see, no speak, no evil". Eramos tres, de modo que no perdimos la oportunidad de tirarnos una foto simulando los monos, para cual nos tuvimos que agachar y meternos por dentro de unos tubos, porque la escultura estaba afuera de la tienda y esa área está apuntalada con los tubos esos que sostienen las construcciones. Nosotras nos arriesgamos a sentarnos en el piso para que un gentil caballero nos tirara la foto, pero nos levantamos sin mucho problema. (Atléticas que somos).
El Whole Food estaba abajo. Tomamos las escaleras eléctricas. Cuando bajamos aquello parecía un hervidero de moscas. Miles de gentes y miles de propuestas para comer. Todas las frutas del mundo, salad bars con todos los vegetales y frutas posibles, carnes, pescados, aves y mariscos, en fin...Nos decidimos por unas comiditas completas envasadas en sus plásticos, aun calentitas que reposaban en una estantería.
Yo comí un pollito rostizado con vegetales al vapor, Mary también pero diferentes vegetales y Clarita eligió una pasta. Mary y yo quedamos satisfechas pero Clarita se lamentó de no haber elegido otra cosa...pero se lo comió todo.
Pagar fue una tortura porque tuvimos que hacer una línea larguísima y complicada. Clarita sentía un poco de claustrofobia por la cantidad de gente pero tendría que acostumbrarse al tumulto, porque en New York es siempre así, miles de gentes de todas gamas cruzándose con una constantemente.
Después de comer subimos al mall y dimos un paseito mirando las tiendas y restaurantes que tenía. Nos tomamos un café y nos comimos un dulcito en una pequeña dulcería en un recodo del mall. Pastelería francesa y cafetera espresso, pero que va, un buen café cubano es lo más difícil de encontrar en New York. No dudo que lo haya, pero es difícil de encontrar. El cortadito que nos tomamos allí no tenía nada que ver, pero el dulce estaba delicioso y el ambiente también. Así que lo disfrutamos a plenitud.
Seguimos recorriendo el mall y nos topamos con una escultura de Botero, gigante y un poco provocativa. Un hombre de bronce, de unos 15 pies de alto y entradito en carnes como son las figuras de Botero...ah y desnudo. Nos divertimos tirándonos fotos para enviárselas a nuestros compañeros de trabajo.
Al salir de ahí seguimos paseando un rato por los alrededores, encontramos un Walgreens donde compramos algunas cositas , posamos frente sanguchero de los que hay en cada esquina, admiramos las flores de una floreria cercana y seguimos recorriendo por un rato hasta que decidimos regresar y descansar un poco antes de prepararnos para el teatro.
Yo llegué derecho para la cama. Estaba en pie desde las 4 am, igual que las demás, pero ellas no necesitaron dormir. Yo si...eché mi pestañazo y a eso de las 6 (una horita de siesta), me despertaron las chicas.
Margaritaville nos esperaba. (Continuará).