Tuesday, June 24, 2008

Crónica. Sigue el Martes. Continuación VIII

Anolan y Merche en la despedida


Al salir de casa de Anolan, confieso, con la mayor vergueza, yo toda orinada, nos volvimos a apurruñar en el Yaris y totalmente eufóricos enfilamos hacia Barlovento. Yo tenía un recuerdo muy diferente de lo que ahora vi, pero también mi recuerdo data de hace más de 40 años (Joder! Yo apenas caminaba...ahem!)


Recuerdo un día que Papi me llevó, con Tata, Roly, a montar en una lanchita de motor. La bahía estaba llena de botecitos o lanchas que entraban y salían. Del paseo en bote sólo recuerdo que yo tenía mucho miedo de caer al agua y que me comieran los tiburones. Tata y Roly que eran tan osados y aventureros, no tenían ningun miedo a los tiburones, pero se dieron una mareada con vómito incluido de tres pares y recuerdo que al regreso del paseo estaban los dos acostados en el piso del barquito porque no se podían levantar. Tata siempre se mareaba, hasta en los carros.


Entramos por un callecita que lleva desde la Quinta Avenida hasta lo que es la marina. Había un guardia que no nos dejó pasar hasta el mar. Al costado notamos que había algo abierto. En ese momento estaban cerrando una parte que era una bolera pero más atras había otra cosa, como un cabaret semi al aire libre donde un comediante estaba haciendo su rutina (acababa de empezar) para unas cuantas mesitas con algún que otro turista y el resto me parecieron a mi bastante cubanazos.


Nos sentamos a ver al comediante y como ya teníamos en ON el botón de la risa, le reímos todos los pujos que metió, cuentos más que requete oídos salpicados de alguna que otra cosita nueva, o al menos desconocida. Bueno, hacía su esfuerzo el hombre y entretenía a la gente. Nosotros nos tomamos un par de cervezas y cuando se acabó el comediante y pusieron música, que casi todo el mundo se fue, (no quiero pensar que los haya espantado yo con mi aroma a amoníaco fresco) nosotros nos quedamos un ratico conversando recostados a la baranda que nos separaba del agua.


A las dos de la madrugada prácticamente nos botaron. ¡Ah!..nos hubieramos quedado alli toda la noche, a la luz de la luna, mirando a la bahía y haciéndonos cuentos. Roly quería seguir la rumba pero Merche le dio una miradita vasca de esas SIN PALABRAS y el Negro rápidamente comprendió que era tarde y había que descansar. Después de dejar a Roly y Merche en Santo Suarez,



Casa de mi abuelita en Freire Andrade entre Goicuria (vaya Chino lo arreglé) y Juan Delgado


a Maritza en su casa en el vedado y a Tata en la casa, Lili, que iba a quedarse a dormir en mi casa porque ya su hijo hacía rato que estaba durmiendo allá, me dijo que si quería ir con ella un momento a su casa a darle una vueltecita a su mamá. Ella vive en el Cerro, pero como dije antes, Lili detrás del timón no hay distancia que parezca larga. Llegamos en un dos por tres.


Lili vive en una de esas casas construidas por los españoles...creo yo. Son esas construcciones que tiene un portón grande que se abre todo el día y se cierra con llave por la noche. Al pasar el umbral de esa puerta, hay un patio interior y varias puertas de apartamentos.. El apartamento de Lili es el que estáᐨal final de ese patio interior, y el padre de ella construyó una barbacoa en ese lugar que parece como si fuera un perfecto segundo piso. Lili también tiene su casita como una casa de muñeca. Todo limpio, todo en su lugar, todo cuidado. Le dimos una vueltecita a la viejita, Lili recogió su payama y al regreso me preguntó si yo quería manejar. Wow! Yo si quería, pero la verdad es que no me había ni atrevido a pedir que me dejaran manejar porque manejar allí es una locura. Mira, yo que estoy como Magú...y allí las rayas blancas que deben separar las vías contrarias y paralelas son inexistentes...Los carros se te meten delante, se le tiran encima a los peatones. Los peatones son los que tienen que estar a la viva, porque los carros no paran por ellos. Yo estaba que me moría de susto cada vez que salíamos, porque pensaba que era imposible no ver un accidente en cada esquina, o un arrollado. Me sentía realmente incapaz de conducir en esas condiciones, así que ni lo había intentado.


Pero en ese momento la calle estaba vacía. Eran casi las 3 de la mañana, No se veía ni se oía un alma. La distancia del Cerro al Vedado me pareció entonces una bendición porque, joder...yo siempre había querido manejar en Labana...antes de irme, claro. Recuerdo que soñaba repetidamente que iba manejando por el malecón...por el Riviera y fantaseaba con la idea de algún día tener un carro como los que veía en las películas. El Honda mío no es de los que se ven en Hollywood, pero bueno, lo saqué nuevo de la agencia...los sueños se cumplen más tarde o mas temprano aunque sea con sus pequeñas variaciones.


La Negra se posesionó del timón del Yaris. Enfiló la vista hacia las calles que invitaban a recorrerse, encogió los ojos disimuladamente para que Lili no notara que no veía muy bien (no, traía los espejuelos de manejar), puso la primera.. y pisó con el toque simultáneo cloche y acelerador. Ese martes había sido un éxito y finalizaba con un sueño cumplido. Manejar en La Habana.


Siguiendo las orientaciones de Lili cogí por aqui y por allá y hasta que llegamos a la casa, sin tropezar con nadie. Al bajarnos respiré el aire con trazos de mar que llega hasta la esquina de O y 27. Bueno.. pensé…por lo menos algo más que no me quedo con las ganas de hacer. Dejamos el carrito estacionado en un parqueo donde lo cuidan toda la nochey caminamos una cuadrita más hasta la casa. El miércoles, o mejor dicho, en pocas horas, a las 10 AM, era la boda por lo civil. Teníamos que levantarnos temprano y además, ir a recoger el otro carro de un amigo de Lili que se lo iba a rentar por tres días para podernos mover todos, porque con Lili y Tomy, Maritza y Andy, la familia había crecido


Continuará.



Arriba el camarero con mirada de Humphrey Bogart que nos tiró la foto de abajo
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2 comments:

Anonymous said...

Patri se escribe Goicuria no Gueycuria no seas " Guey"

Patricia said...

Peldón Pong! Y gracias que puse bien Freire (digo yo...al menos nadie se ha quejado) (yo siempre le dije freideandrade)

Gracias por la visita.