COAGULOS DE SANGRE EN EL ORINE DE BELLY
Una semana después de llegar a mi casa, cuando voy a sacarlas del cuartito por la mañana para que salieran al patio a hacer sus necesidades, encuentro que Belly se había orinado abundantemente en el cuarto, con un olor fortísimo y además, sangre. Llamé enseguida a sus dueños para comunicarles que Belly estaba orinando sangre.
Vinieron a buscarla y la llevaron al veterinario. Kheyla me contó que Belly, de pequeñita, había tenido un problema de infección urinaria y que seguramente era eso otra vez. La llevaron al vet y efectivamente, tenía tremenda infección.
Ese fin de semana ellos se quedaron con ella, la bañaron y me la trajeron limpiecita y con un plan de medicamentos de dos meses. Tenía que tomar dos antibióticos dos veces al día. Uno se acabó enseguida, pero el otro eran como 120 pastillas que se debía tomar para quedar completamente bien.
Comenzó su tratamiento sin ningún problema, pues todo lo que tenía que hacer era envolverle las pastillas en un pedacito de jamón y ella se las tragaba sin preguntar que había adentro. Dos veces al día sin fallar durante dos meses.
Al cabo de unos días, ya cuando sentía el ruidito que yo hacía al sacar las pastillas del pomito, levantaba la cabeza y se preparaba, porque sabía que venía el jamoncito. Eso me daba mucha gracia. Por supuesto, tenía que darles algo a Rolly y Dolly porque ellas también se acostumbraron a diferenciar que cuando sonaba el pomito de las pastillas, venía un “treat” para Belly.
Aquello de que “un mes o dos” había pasado a la historia. Belly se iba a quedar en casa todo el tiempo que fuera necesario. Ellos venían cada dos o tres semanas para llevársela a bañarla a su casa, porque eso si, nada de manguera. Belly no se dejaba bañar con la manguera, había que meterla en la bañera y la verdad es que suelta pelo como una loca, constantemente, y yo no la iba a meter en mi baño. Así que esa tarea se las dejé a ellos.
BELLY CRECE
Continuará...
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