Wednesday, April 1, 2009

Belly... (continuación)


Rolly, Dolly y Belly

Después que acordamos que Belly se quedaría en casa hasta que ellos (los dueños) se mudaran a un lugar donde la pudieran tener (un par de meses, más o menos era el cálculo), la perrita se adueño del sofá que yo tengo en el patio y allí se acomodó y durmió toda la noche tras partirme el corazón con un rato de lamentos.

El tiempo estaba fresco y ella estaba bajo techo y durmiendo en un sofá, el sueño de cualquier perro. Pero ya para el día siguiente, me pareció un abuso de dejarla afuera toda la noche.

Igual que se adueñó del sofá, cuando entró a la casa Belly se adueñó de ella también.
Era aun muy dócil y fácil de manejar. Y además, no era muy inquieta. Se echaba a mis pies donde quiera que yo me sentaba. Y si estaba cocinando, ella se echaba también en el medio de la cocina, para estar cerca de mi.

Rolly y Dolly morían de celos y le ladraban y le fajaban cuando ella quería jugar con ellas. No le tenían miedo, le tenían odio. Ella era la que les tenía un poco de miedo a esas dos viejas peleonas.
Yo compartía el cariño con las tres, y las zanahorias, y las galletitas y otras chucherías de perro que les compraba.

Eso si, con Belly había que jugar. Ella agarraba su pelota o su hueso de goma y me lo traía para que jugara con ella. Si la ignoraba, comenzaba a correr por toda la casa y a lloriquear mordiendo la pelota para que el sonido de silbato que tenía me hiciera reaccionar. Tenía que salir al patio y tirarle la pelota unas veinte veces hasta que se cansara. Entonces entraba y se tiraba a dormir por un rato, roncando felizmente.

A partir de la segunda noche probé a dejarla dormir en el cuartito de Rolly y Dolly, con una cerquita puesta para que no se saliera de ahí por la noche y se acostara en el sofá del salón familiar. Para mi sorpresa, se quedó perfectamente sin intentar salir, aunque le sacaba una cabeza a la reja y con una patadita suave la podía tumbar.

Rolly y Dolly tienen una jaula grande donde van a dormir por la noche, aunque durante el día se la pasan en el salón familiar. Yo les pongo la cerca para evitar que pasen a la sala y de ahí suban a los cuartos, porque las dos son un par de frescas que al menor descuido suben y se encaraman en las camas. Y si están molestas porque no estoy en la casa, son capaces de dejarme “regalos” donde menos me imagino.

Belly también obedeció la cerca que separa la sala del “family room”y la cocina. Pero al yo salir sí tenía que dejarlas en el cuartito porque ella frescamente se encaramaba en el sofá del family a domir su siesta. Allí la sorprendí un par de veces que las dejé abajo mientras yo subía a cualquier cosa a los cuartos.
COAGULOS DE SANGRE EN EL ORINE DE BELLY

CONTINUARA.
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